miércoles, 27 de junio de 2012


Rosseta y la tragedia de los mitos modernos




Sinopsis
Rosetta es una joven que lucha por conseguir la vida estable que la sociedad moderna promete, pero la marginalidad y la falta de perspectivas son cada vez mayores y pronto se verá inmersa en una realidad hipócrita y sin oportunidades.



                                                      Cartel original:      
                                                 
             


                                        Cartel alternativo de Jeanbomn:





Comentario

Los hermanos Dardenne son a día de hoy dos de los portavoces del cine social en Europa. Ya están perfectamente consagrados, al ganar por dos veces la mejor película en Cannes, (Rosetta, 1999 y L´enfant, 2005); La promesa (1996), puede ser considerado como el film que les puso en el punto de mira de la crítica. Rosetta se hizo con el premio por encima de Todo sobre mi madre, de Almodovar. También fue elogiada por David Cronenberg (miembro del jurado), quién debió tomar nota del film de los Dardenne, ya que por ésa época viró de rumbo en su filmografía. Rosetta también fue la “causante” de una ley belga del año 2000 que prohibía el empleo de menores por debajo del sueldo mínimo. Bélgica, ahí está la clave, porque la realidad que nos muestra el film es la del sueño europeo, el de la vieja Europa. Una realidad de subcontrataciones y de precariedad laboral maquillada con rimbombantes herencias culturales. La otra realidad de la Europa que veía nacer el Euro, justo ese año. Tal vez vista hoy, Rosetta parezca insuficiente, incluso “amable”, pero ese es uno de sus aciertos, que en vez de centrarse en un problema local, nos mostrase un lugar que puede ser común en todas partes, mejor o peor, más cruel o menos cruel. Lo que no cabe duda es que el film ya es un clásico del cine “independiente”.
. Lo que sigue es en parte spoiler, en este blog no se destripan las películas, pero es necesario haberlas visto para aprovechar la lectura de la reseña.



Rosetta: Miradas del caos

Si uno recuerda la conocida película “Vive su vida” de Goddard, pensará en cómo la cámara se situaba como el punto de vista de la mirada y el mirar de la protagonista, haciendo partícipe al espectador de sus motivaciones y búsquedas. En Rosetta la cámara se sitúa de manera que contemplamos a la protagonista y al mundo que la rodea, pero el mundo que la rodea tan sólo aparece fragmentado, formado en base a detalles cotidianos; y gracias a la ausencia de banda sonora, incluso los sonidos de la calle parecen ser ecos caóticos de los mismos lugares que ella transita una y otra vez en busca de trabajo, en un movimiento rápido y perpetuo en el que las personas y las cosas son vistas con indiferencia y desinterés. Para Rosetta es como si el mundo entero fuese un lugar hostil, plegado sobre sí mismo y en el que hay que penetrar al precio que sea. Y desde luego en parte esa es la idea, porque el lugar donde reside “el hogar”, el camping de furgonetas, permanece alejado; pero no es un refugio, es un mundo aislado y marginal, dormido y muerto, con sus propias reglas absurdas: un lugar-prisión-permanente del que hay que salir, que es temporal que no posee ningún vínculo y que produce vergüenza. Por eso Rosetta siempre es reacia a dar la dirección, porque “el hogar” es motivo de humillación, imagen cristalina y una de las causas principales por las que ella y su madre pueden ser señaladas como personas marginales, que viven en las grietas de la sociedad de consumo. 






Ese mundo hostil es vigilado con suspicacia y mucha prudencia por Rosetta. La lograda interpretación de Émilie Dequenne se centra en su manera de mirar, pero su mirada puede desconcertar al espectador, quien puede juzgar al personaje como alguien carente de escrúpulos, una persona fría, que desprecia a las personas o les muestra indiferencia. Y ahí reside la clave del film, nos muestra los sucesos “in media res”, sin antecedentes ni juicios de valor previos ¿qué pasaría si andando por la calle nos cruzásemos con alguien como Rosetta? Ella quiere tener una familia normal, ser una persona normal, entrar en el juego de lo que entiende por normal. Y para eso debe sobrevivir, debe aprovechar el momento y salir adelante. Pero la sociedad la relega una y otra vez hacia la marginalidad, porque nunca consigue la tan ansiada estabilidad. Su frustración nace debido a que nadie valora su esfuerzo, pero, ¿cómo se ha llegado a ésta situación? ¿Cuál es el pasado de Rosetta? ¿Qué es lo que en la película no se nos cuenta en un ejercicio hábil de omisión? Tan sólo vemos los resultados de aquello: la vida en el camping, el desapego hacia la realidad, el conflicto de lo marginal. 







 
Y como ella se ve obligada a establecer una rutina y unos horarios en su continuo deambular, su vida transcurre en función de pequeños actos de autoafirmación. Incapaz de establecerse en ningún sitio jamás puede conocer a gente y establecer lazos afectivos. Y cuando lo consigue, como vemos en una de las secuencias más recordadas del film, ella misma tiene que convencerse de que ha logrado algo, hecho que le resulta extraño. Ese extrañamiento surge de una novedad para la que no está preparada ¿por qué? Porque no tiene a nadie y porque se ve forzada a ser fría y calculadora a diario. El orgullo le hace empujarse a sí misma para lograr sus objetivos. Esa dureza de carácter, inflexible hasta la deshumanización, la envuelve en una máscara desde donde muestra una ausencia total de empatía hacia los demás, destruyendo incluso su propia dignidad. Ese es el sacrificio que se impone. Su realidad limitada, simplificada en lo que ella misma es capaz de alcanzar en la medida de sus posibilidades, terminará por estrecharse aún más, superando sus fuerzas. En este juego de vencer o morir se ve abocada a un presente aún más terrible cuando todo parece escapar definitivamente a su débil control.

Sin ánimo de hacer un spoiler, la escena final representa la metáfora perfecta de las dificultades, de las barreras incluso grotescas a las que se enfrenta en soledad. Como un Sísifo en perpetua condena, se ve obligada a elevar una y otra vez la misma piedra, en la memorable secuencia de la bombona de butano. Por eso quizá Rosetta sea un mito moderno, y aunque un mito lleno de miserias, un mito real y palpable. El aislamiento y la ausencia de todo calor humano nos pueden cegar ante la propia necesidad que tenemos del otro, la verdad de una necesidad obvia: las relaciones humanas es lo que nos hace humanos. 







Palma de oro en Cannes en el año 1999 

y premio a la mejor interpretación femenina (Émilie Dequenne)

Ficha en IMDb:

http://www.imdb.com/title/tt0200071/ 
 

Trailer: