sábado, 27 de octubre de 2012


Master and Commander: The Far Side of the World (2003)

Dirigida por el australiano y reconocido director Peter Weir, responsable entre otras de Gallipoli (1981), Los Años que vivimos peligrosamente (1982) y El show de Truman (1998), Master and Commander: Al otro lado del mundo (como se la conoce en España) fue su regreso tras cerca de cinco años de silencio y fue un regreso triunfal. La historia es una adaptación de una novela (la primera de una extensa saga marina) llamada precisamente Master and Commander, publicada en 1970 y escrita por Patrick O´Brian, quien falleció en el año 2000, justo tres años antes del estreno del film. 

Sinopsis:
Estamos en 1805, mientras los ejércitos de Napoleón conquistan Europa, en el mar las cosas parecen ir más despacio. El control marítimo, indispensable para hacerse con el comercio de ultramar, se decide en estratégicas escaramuzas. EL navío francés Acheron, pretende alcanzar y dominar las costas de Brasil. Así que los ingleses ordenan al Surprise que lo intercepte, a pesar de que parten con una clara desventaja. La historia nos mostrará como el ser humano es capaz de afrontar todos los retos que se le pongan por delante, más allá de su misión, por su propia supervivencia. 


Una lectura visual de Jeanbomn: 




Comentario:
Humildemente, el hecho de que Russell Crowe fuera el protagonista me daba resquemor. Sin embargo, si se le hubiera dado el Oscar por éste film y no por Gladiator, jamás habría puesto una pega. Su encarnación del capitán Jack Aubrey es contenida, creíble, heroica pero humana. El film emplea la caza del navío francés como MacGuffin, representando en sí misma la lucha por la vida, la necesidad de seguir adelante. AL igual que en El Club de los Poetas Muertos (1989), tambien de Weir y película inolvidable para el que suscribe, el interés del film reside en el aspecto humano, los problemas de la convivencia o la lucha interna por mantener o no las propias convicciones. Por supuesto, no puede faltar un clásico de éste género: el conflicto entre los oficiales y la tripulación, que pone de manifiesto la lucha de clases, en realidad, solo que aquí con un matiz muy curioso que no desvelaré y que es uno de los puntos fuertes del film. Porque también estamos ante una película de guerra, donde las responsabilidades y las vidas de la tripulación dependen de un mando eficiente y respetado. El honor y la gloria son evocados mientras los padecimientos ante lo que parece una misión suicida llevarán al límite a este grupo humano. 

Uno de los aspectos más interesantes se centra en el personaje del Dr. Maturin y en el hecho de que la exploración científica sea una posibilidad a tener en cuenta en un viaje pionero. Por ello los personajes mitificados del Almirante Nelson y del Capitan Coock son enfrentados sutilmente como ejemplo de hazañas muy dispares, aquella que comporta la fama y la gloria, frente a esa otra que trabaja en aras de la humanidad. Por eso los personajes principales se debaten constantemente entre el idealismo y el realismo. Por otro lado, la excelente fotografía, con algunos planos a contraluz memorables, recuerda a las ilustraciones de escuelas clásicas como la Brandywine School, nombre de referencia, para una de las escuelas de dibujo e ilustración más influyentes de la historia gráfica, fundada a finales del siglo XIX. Master and Commander es como el buen vino: una joya que gana con cada nuevo visionado.


A favor: Yo creo que todo. Es una de esas películas que apetece ver de vez en cuando. La multitud de detalles que atesora. Descubrir que Russell Crowe en realidad es un buen actor…

En contra: Sólo un par de pegas, históricas las dos. La primera, que el conflicto del libro original no es contra los franceses sino contra los norteamericanos y se desarrolla en 1812, lo que por otra parte es un giro pensado para venderla en USA. La segunda es dada mi espíritu melómano: aunque siempre queden muy cool, es muy poco probable que las Suites de Violoncello de Bach fueran conocidas en 1805 y suenan más de una vez en la BSO, junto a obras neoclásicas, que sí que tienen coherencia en el contexto.


 


 


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