La Pianista: Cuando el cascarón no se rompe, se desborda.
Ésta reseña
es un trabajo de clase y por eso es bastante extensa y aún así no cuenta todo lo
que ésta película me sugiere. Con respecto a la
escena del baño (la famosa escena del baño), qué decir... hace no mucho me
enteré de que "Gritos y Susurros" (1972), de Ingmar Bergman tiene una
similar y que.... ay, es una de las pelis de Bergman que aún no he visto. En
fin, el cine de Haneke bebe mucho de Bergman, y aunque el director austriaco me
gusta mucho, desde luego tan sólo hace sombra al autor sueco. ¿Y qué esperaban?
las cosas son así...
Sinopsis:
Erika
Kohut es profesora de piano en el conservatorio de Viena y su especialidad son
las obras del compositor Schubert. Erika combina su trabajo con los recitales
ocasionales en los que participa. Su dedicación a la música es absoluta, inculcada
por su madre, con la que vive. Sin embargo, Erika, que ya ha llegado a la
cuarentena, esconde una vida secreta llena de fantasías sexuales, que quedan
violentamente al descubierto cuando conoce a un nuevo alumno, Walter Klemmer,
con el que mantendrá una turbulenta relación.
La Pianista, cartel original Versión de Jeanbomn
(Ampliar clicando en las imágenes)
“La Pianista” y Michael Haneke
“La Pianista” y Michael Haneke
La pianista (2001),
está basada en la novela homónima de Elfriede Jelinek, ganadora del Nobel de
literatura en el año 2004. Ganó el gran premio del jurado en Cannes y así como
sendos premios a la interpretación dados a sus dos principales protagonistas
por Isabelle huppert y Benoit Magimel. Es una película de impecable factura
cinematográfica, muy exigente con el espectador. La relación entre los
personajes puede recordar al mejor Bergman, pero su realismo descarnado elude
cualquier tipo de lirismo visual. A continuación incluyo una breve sinopsis,
una, en cierta manera, exhaustiva interpretación del film y una breve biografía
del director. Recordar simplemente que Lo que sigue es en parte spoiler, en este blog no se destripan
las películas, pero es necesario haberlas visto para aprovechar la lectura de
la reseña.
Vacío y abismo en la élite y
estupor burgués
Una
primera lectura de la película se refiere al contexto en el que se desenvuelven
los personajes principales. No cabe duda de que el mundo de la música o de la
cultura al más alto nivel convive con las capas más pudientes de la sociedad,
un elitismo obvio, donde el arte entendido como una disciplina y como máxima
representación de un estatus social justifican por si solo la diferenciación de
clase. Haneke refleja muy bien la exigencia del mundo académico de la música,
las reuniones sociales en torno a un piano, símbolo de lo burgués por
excelencia desde el siglo XVIII, y la necesidad de integrarse en ése mundo que
tiene la madre de la protagonista quien dice haberlo sacrificado todo para que
su hija alcance el lugar que a ella misma se le negó. No es casualidad que la
música elegida para la película sea la de Schubert, a quien podría considerarse
uno de los compositores que alcanzaron lo exquisito y modélico en el medio
musical. Su obra fue pensada y elaborada en la mayoría de los casos para ser
ejecutada en pequeños recitales caseros. Y ahí radica el contraste, porque
dicha exquisitez se confronta a menudo con la banalidad o la hipocresía de
quien emplea lo que podría denominarse como “Alta cultura” para remarcar,
simplemente, un estatus social rodeándose de una sensibilidad que no comparte
salvo de manera superficial. Esto es tan antiguo como el hombre. La vinculación
de cultura y poder siempre ha sido un hecho destacado a la hora de distinguir
le empleo político o social de las artes. La crítica hacia la clase burguesa
como una clase decadente y endogámica queda de nuevo reflejada en el cine, como
hicieran en, su momento, directores como Claude Chabrol, o Luis Buñuel. Ése es
el marco en el que se mueve Haneke, pero no el fondo.
La rutina de lo respetable, fachada
de un mundo oculto
Una
de las figuras clave de la película es la madre de Erika. El padre no aparece.
Pero lo que sí vemos es cómo proyecta en su hija todas sus frustraciones
personales. Su aspiración es que su hija alcance un nombre, que el apellido
familiar alcance un estatus superior. Inculca a su hija el desprecio por los
demás, la meta de ser la mejor al precio que sea. Y sin embargo, su influencia
resulta castradora en los aspectos más vitales de la vida: Erika ya ha
alcanzado la edad madura y trata de defenderse, inútilmente ante los chantajes
emocionales de su madre, de quien depende totalmente, aunque por otro lado
desee que desaparezca de su vida. Resulta estremecedor observar cómo Erika
cruza la línea de la respetada profesora de piano para personificar a alguien
sumida en sus necesidades más básicas frecuentando los sex shop o las cabinas
pornográficas, en una especie de dualidad vital, donde los aspectos reprimidos
de la sexualidad permanecen ocultos en el armario o bajo la cama, flotando
entre fantasías que nunca llegarán a realizarse.
La bestia desencadenada
Cuando
Erika Kohut se atreve a hacer aflorar sus emociones humanas su concepto de la
realidad y la ficción se confunden. La
pianista, muestra una de las relaciones de pareja más complejas que haya
habido en la historia del cine. Obviando las escenas simbólicas de ámbito
psicoanalítico y que tienen relación con la auto castración en una de las
escenas más recordadas del filme (la de la bañera), la trama de los dos amantes
ejemplifica cómo poco a poco la personalidad de ambos va a ir solapándose a lo
largo del metraje. Memorable es la frase que Erika le dirige a Walter Klemmer
“La sangre me marea, vaya a ayudarla. Déselas de protector.” En el momento en
el que debido a los celos, sucumbe a la violencia y deja salir su personalidad
más monstruosa. Aquella que intenta desesperadamente subordinar a su amante lo
mismo que pretende sepultar lo real bajo la fantasía, comprendiendo las
relaciones humanas como un ejercicio calculado y mecánico, nacido de las
pulsiones más primarias, como cuando afirma: “Recibirá mis instrucciones por
escrito, o de palabra. O tal vez por teléfono.”, y cuando es desobedecida se
muestra cruel y desdeñosa: “Schubert era bastante feo ¿Lo sabe? ¿No? Usted con
su físico es incapaz de entenderlo”; Erika elude sus sentimientos y se muestra
fría y distante, como si para ella las relaciones humanas y las pasiones fueran
dos cosas diferentes, entonces prepara una lista de lo que se debe hacer y lo
que no en los encuentros amorosos, para mayor consternación de Walter Klemmer
“¿Estas enfadado conmigo? Espero que no. Ya sé que no está muy bien escrita.
Pero soy pianista, no poeta. Y al final, el amor está hecho de cosas banales”
Un corazón desgarrado y un grito
silencioso
La
incomprensión hacia el otro, la incapacidad de entender al otro, las fantasías,
la realidad desechada terminan en un juego que crea una espiral de dolor. Walter Klemmer
incapaz de soportarlo termina por culpar a Erika del desastre que está a punto
de suceder: “No puedes hurgar dentro de la gente y luego rechazarla”.
Finalmente Walter
Klemmer
termina comportándose como un niño caprichoso, egoísta y frío, incapaz de
sobreponerse a su propia brutalidad. Sus agresiones son físicas, muy reales,
alejadas del sentido de la ficción que le exige Erika. Por eso, transformado en
una bestia de sí mismo, acaba transformándose en aquello que más desprecia. Erika
fantaseará con la venganza ante la agresión física y el objeto de la venganza
será un cuchillo. El cuchillo tiene una larga tradición como objeto agresivo de
clara simbología fálica y perversa, algo que ya se explotara y muy bien en el
cine “Giallo” en películas como Seis
mujeres y el asesino, de Mario Bava. Pero cuando se encuentra con Walter Klemmer
nuevamente, éste ya le ha encontrado sustituta. Walter Klemmer ha huido hacia
delante valiéndose de su indudable atractivo personal y físico. Erika asume la
indiferencia de Walter
Klemmer
como una traición insoportable, que atenta contra lo más profundo de sí misma y
le rompe el corazón. Inevitable re-pensar aquí
las aventuras de Harry Haller en El
lobo estepario de Hermann Hesse, sobre todo en lo concerniente a su
simbólico final, con aquello del “Teatro de los locos”. Para el personaje de
Erika no hay teatro posible Haneke cierra la función y la película con unos
créditos en completo silencio, un golpe demoledor hacia el espectador.
El director: Michael Haneke (na.
1942)
De
origen austriaco-alemán, estudió filosofía, psicología y drama. Crítico de cine
desde 1967 a 1970, ha representado diversas obras de teatro. Desde 2002 es profesor
de dirección en la Academia de cine de Viena, y desde 2006 ha llevado a cabo
diversas óperas, de Mozart, principalmente.
Su
carrera como director de cine se inició en 1989, con El séptimo continente, y en 1992 con El vídeo de Benny. Fue en 1997 cuando filmó Funny Games (que sería objeto de un remake norteamericano en 2007,
dirigido por él mismo), donde situaría al espectador en la difícil situación de
elegir entre lo que muestra la pantalla y lo que él mismo desea que suceda en
ésa pantalla. Haneke arremetía contra le poder persuasivo de la imagen y los
medios de comunicación para conducir los miedos y deseos de la audiencia. Un
hecho que es repetido en la magnífica Código
desconocido (2000), donde trata además el tema de la incomunicación humana.
En 2001 todos estos elementos se conjugan en La pianista. A ésta le sigue El
tiempo del lobo (2003) film de ambiente postapocaliptico y Caché (2005), donde en cierta manera
repite y amplía lo visto en Funny Games.
La cinta blanca (2009) indaga en el origen
del nazismo en Europa y ha ganado la Palma
de Oro en el Festival de Cannes.
El estilo del film
El
estilo puede recordar a la puesta en escena directa y sin artificios de la Nouvelle Vague francesa. Toda la trama
se centra en la interacción de los personajes, sus diálogos y sus reacciones
emocionales. Los encuadres suelen ser empleados para enfatizar de manera descriptiva
lo anterior, pero especialmente las escenas del personaje interpretado
magistralmente por Isabelle Huppert, a
veces mediante cortes de plano que acercan el encuadre al rostro del personaje
de manera progresiva, proporcionando una lectura inquisitiva de sus emociones.
Ciertos travellings y planos generales enmarcan a los personajes en su entorno,
a veces con una clara intención de disociarlos con el mundo que les rodea,
reflejando así su pérdida de contacto de la realidad. Suele haber un empleo intencionado
de la música, verdadero tercer protagonista del film y que merecería un breve
estudio aparte, dentro y fuera de campo. De esa manera en el espectador se
confronta el mundo ordenado de la música y sus altos valores a la vez que la
imagen muestra la otra, digamos realidad, siempre compleja de la protagonista.
Ficha en IMDb:
Trailer del film:
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